VIVIR LENTO...MUY LENTO

30.04.2018

Ana Adarve. Psicóloga.


Lento para disfrutar del café de la mañana, cargado de ideas descansadas.

Lento para mirar cómo se despereza el día.

Lento para no quedarnos en lo aparente e ir más allá de la primera impresión.

Vivir lento para sentir cada beso, cada abrazo, cada caricia,

Lento para percibir olores que nos trasporten a la niñez, al mar, al campo.

Lento para escuchar la melodía de la vida que nunca calla.

Muy Lento para cobijar unas manos amigas o amadas y notar la calidez que sólo

 añoramos cuando nos faltan.

Lento para perdernos en sonrisas y miradas.

Lento para oír los mensajes que nuestra mente y nuestro cuerpo nos gritan a voces.

En definitiva, lentos para embriagarnos de vida.